JULIA
*Ken Sánchez
Cuanto
tiempo han pasado desde aquél momento en que nos conocimos cuando andábamos con
la edad de los golondrina echando suspiros de amor primero.
Pasaba
por una vía desconocida, Huarás, qué tiempos aquellos, caminamos por estas calles
de la mano como dos hermanitos pasa no perderse, pero ahora, me siento un
extraño en un lugar por donde mi pasos dejé, soy aquél extraño que camina con
los años encima viendo aquellos campos enfermos e invadidos de otros cosas que
han sembrado en los campos donde algunos años pobló el suspiro y el beso en un
santuario del amor.
Seguía
caminando cuando por de repente llegué, si llegué al lugar donde por vez
primera juntamos nuestros labios un beso que se hizo toda una eternidad, aún
como recuerdo cuando ella cerró sus ojos y, olvidamos nuestros labios en la
oración del amor. Me senté, estaba fría la vereda, cuando por casualidad de la
vida, voltee, mis ojos no pudo recocer a una dama que se encontraba sentada muy
cerca de mí; estaba desgastada por los años, aún en su núbil figura guardaba la
belleza de años idos, pero, cuando nuestras miradas se atravesaron, un profundo
suspiro exhalaba desde las cenizas conservadas en los santuarios del amor.
-
Eeeres, tú?
- Sí,
Julia, el Poeta que desgarró su alma en sus versos por ti.
- Has
cambiado demasiado.
- Cuán
almanaques han cambiado en nuestras paredes y muchas arrugas hay en nuestra faz.
- No te
he visto desde aquél día cuando nos dijimos adiós, recuerdas que me dijiste que
nunca más te cruzarías en mi camino?
- Y,
así lo hice, no me asomé si no ahora que regresé a morir.
- Cómo
a morir?
- Ya
los años nos está matando; ya nada es igual, pero sigue éste árbol que muchas
veces ocultó nuestro idilio.
Árbol.
Bajo tu
sombra descansa mi vida que se va.
La vida
que alguna vez compartí con ella.
Ella
junto a mí y yo recostada en su regazo.
El
regazo que protegió mi sediento amor.
Sediento
amor que quedó guardado bajo tu sombra por siempre.
- Cómo
así llegaste aquí?
-
Cuando me casé, compramos el terreno y construimos ésta casa.
- Tú
esposo?
-
Finado.
Caminé
muchos lugares cargando mis sentimientos que aún no mueren, quizás ni con la
muerte mueran, porque la llevo muy dentro de mí como los órganos que nos hace
vivir para amar y odiar, odiar y hacer mil maldades, eso somos seres alimentado
de mil maldades que corre por estos campos.
Desde
el día que te conocí fuiste la Madonna que pobló las hojas en blanco de mis
cuadernos:
0
Negra,
eres
el regalo
del sol,
engendro
de las flores,
alegría
de mis cuitas.
1
Si
eres
el regalo
del sol,
dadme calor.
Si engendro
de las flores eres,
dadme tu perfume.
Si eres
alegría de mis cuitas,
dadme
consuelo.
Pues
desde aquel momento que me fui con mi corazón en mis manos y mi alma en toda mis
poesías, he vivido sino pensando en lo que fuimos y, a veces estando no
estábamos pero, siempre resultaba que estábamos juntos los dos; me fui por el
camino que conduce a los sueños trotamundos y tú te quedaste a cumplir tu
condena al lado de los tuyo, crucé montes y profundos océanos para decir: te
amo, pero mis palabras se quebraban en la soledad del silencio cuando todo era
silencio.
Me
acosté en la eternidad de los bosques escuchando el canto de los gorriones que
llegaban a mis labios como el beso de la muerte, escuchaba el silbido de los
árboles que golpeaban con los arboles
rebeldes al paso, escuchaba el lento correr de las aguas al bajar por las
laderas, escuchaba pasos cadencioso de las gentes que caminaban buscando no sé
qué, pero todo era un silencio mortal que castigaba mi desdichado amor.
Como
pasan los años.
Como se
acaba las ilusiones.
Como
duele todo lo que se va.
Como el
ojo ya no ve lo de antes.
Como el
canto ya no es canto.
Como
todo ha cambiado.
Como tu
faz guarda el recuerdo.
Como,
como…
Todo
queda en el tiempo como la estatua reventado por el sol, congelado por la brisa
de los años, por la luz perdida de los horizontes; ya no son aquellos cuando
éramos los dos un solo alma, un solo corazón, un respirar en uno solo, ya no
quiero recordar cuando nos vimos.
Esos
caminos que arrastraron como un vendaval, siempre viajabas conmigo siempre de
la mano, nunca dejé tus manos que pasaran sobre el mido ya gastado de tanto
coger las rosas que se marchitaban en mi yacija solitaria en la que brotaban
todas las inspiraciones que duermen en mí.
2
Desde
aquél, ese día
en que
te
conocí
he
sido
un solitario
sembrador de ilusiones,
tanto te amé
hasta no sé
que cada minuto
que te amo
muero una hora,
cada minuto
que te amo
muero una hora,
cada hora que muero
es el momento
que más te amo
y,
olvidarte imposible
porque vives
en mi corazón
oculta.
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