LA SOMBRA DE VIVIR
Por: Ken Sánchez
Era de noche cuando
Ken transitaba por la larga y desconocida Avenida, venía como aparecido
masticando la monotonía de su soledad, iba pensando en todo lo que es vivir tan
solo en una inmensa ciudad; desde la esquina donde se paró a descansar por unos
segundos, vio la agitada vida que acosa a todo la mayor parte de los
habitantes.
Segui su lento y parvo caminar sin imaginar se paró
bajo un farol en que la cubrió todo su cuerpo, pero, su sorpresa fue grande
cundo agachó la cabeza: qué, no veo mi
sombra, que me está pasando, soy acaso el hombre sin sombra? Se tocó mil
veces como diciendose que es un sueño o es realidad, pero ni siquiera hay ni
una señal de sombra su sombra, entonces ávido su mente viajó hacía al escritor Pedro López Ganvini que le había
dedicado un pequeño-grande cuento:
La sombra
de la sombra*
A Ken
Sánchez
Sigue andando sin enterarse que ya
no estaba en éste mundo. Vagaba por las calles día y noche. Hasta que un día se
dio cuenta que estaba haciendo sombra a nada y era sombra de nada.
Miró en derredor y estaba parado
junto a un muerto en la morgue central de Lima.
Entonces vió a derredor de su sin
nada ni su sombra ni su cuerpo, se tocó más de las veces que ódía tocarse
diciendose que era una sencilla pesadilla por haber leido muchas veces el libro
llamado “El celular del diablo 2” escritor muy cuidadosamente por el Escritor
Pedro López Ganvini.
Rodó por la gran urbe llamado Lima
que a sus ojos se mostraba como algo que no recordaba ni en su remotada vida,
caminaba buscando la razón de estar vivo o muerto, pero no entendía ni a la vida
ni a la muerte que ambos andan con la misma aventura de otros, unos y de todos
con la misma suerte de morir o de vivir en pequeñas aventuras.
23
I
Yo
que
moria,
sabiendo
que
estaba
muerto,
quería
morir
de nuevo.
Recordaba que cuando estaba vivo,
solia decir que la vida es la sombra de la muerte, y la muerte es la sombra de
vida, entonces que es la vida, sono un canto alegre bajo la sombra de la
muerte.
Así pensando llegó a un lugar que
le parecia bastante familiar a sus ojos.
¿Cómo, estoy en Huarás?
Que está sucediendo?
Hace un minuto estuve caminando
por la Avenida Tacna en el centro de Lima y termino mis pasos en la Avanida
Luzuriaga, como es esto carajo.
La muerte me está jugando malas
chascados.
Seguía su afanoso y rutinario
caminata cuando se encontró con los grandes maestros de la escultura, vio al
Arquero de la Muerte jugando con Gavila que posteriormente caería fulminado por
su lanza apacible del arquero.
II
Ya muerto
emprendí la tarea
de culminar la más grande
de mis obras:
terminar de esculpir
tu cuerpo de diosa
que es mi condena
a tal tormento
sabiendo que la muerte
ya no me deja
salir de la muerte.
Entonces comprendió que sí
vedaderamente estaba muerto y estaba parado viendo su cuerpo muerto en la
morgue, yo, estaba viendo mi cuerpo muerto tendido en la mesa de la morgue, si,
era mi cuerpo la que miraba sin vida, yo veia mi cuerpo,y, yo donde estaba como
una sombra de la vida sin sombra si no de la muerte.
En largo tragín de su pesadumbre
no pudo expliar lo que le estaba sucediendo de tal manera que hizo reventar su
cabeza que lo que estaba haciendo antes de morir, trató de recordar, nada, hizo
muchos esfuerzos en tratar de recordar los precisos instantes cuando se le produjo
la muerte de su cuerpo porque su única vida que me la des tu vida a otras
vidas, aún a quellos que no saben recompesar.
12
I
Morir
al pie tus ojos,
fusilado por tu corazón
con balas de pezón;
en cuerpo y pene
se enterró mi amor,
en tu vida para siempre.
Vió clarmente los ojos de aquella
mujer que la mató con grandes alagos quedó combado haiendo mil ilusiones con
balas de flores marchitos, las flores que en camino cultivo, les dio vida que
ahora las quitan ella, fue fusilado con armar moratales que slavrse no puedo;
vio sus ojso hechiceras de aquella mujer que le disparó con rabía y odio le
quitó la vida, su cuerpo está en la morgue y, otro yo va vagando las mismas
calles que su cuerpo recorrió, las mismas miradas de lontananza se ahogaba en
su sola soledad.
II
Con tus ojos
llora mi riñon
vomitando
rrecuerdos turbios,
días
marchitos
y muslos soprerndidos
acaricia mis rotas manos.
Entonces lloró sin lágrimas que le
ahoraran,
caminó sin sombra todas las calles
de su antiguo barrio,
reían sin que nadie le veía,
fue un aparcido que ha nadie
aparecía, solo el sabía de su existencia y de que no tenía sombra ni vida tenía
su cuerpo que seguia esperando en le saquen de ese lugar gélido y sombrio.
*Pedro
López Ganvini-Caraz 1966- Garaduado en Ciencias de la Comunición de la
Universidad Inca Garcilazo de la Vega. Poeta, narrador, editor y gestor
cultural. Ha publicado en poesía: “Corcierto de Romance” 2002, “Cuando habla un
corazón” 1984, y, “Cundo habla un corazón II” 1988 y, entre otros.