NOCHE
OSCURA
*Por:
Ken Sánchez
Huarás,
noche del 31 de octubre; después de varias meses de ausencia en la Capital de
Belleza Natural, luego de encontrarme con un amigo de muchos años de amistad,
muy sorprendido me llega a contar que hoy, en la noche habrá visita al
Cementerio, yo, pasmado no se hizo esperar mi respuesta de sorpresa: ¿cómo? Y,
a quién se lo ha ocurrido tal semejante cosa?
No
pude salir de tal sorpresa hasta que me animé visitar a aquella visita
programada y organizada por la municipalidad de Huarás; la Municipalidad
realizó dicho evento con motivo de festejarse la noche de brujas o también
conocido como Halloween, costumbre de origen en una
festividad céltica conocida como Samhain, que deriva del irlandés antiguo y significa fin del
verano; Los antiguos britanos tenían
una festividad similar conocida como Calan Gaeaf. En el Samhain se celebraba el final de la
temporada de cosechas en la cultura celta y era considerada como el
«Año nuevo celta», que comenzaba con la estación oscura.
Los antiguos celtas creían que la línea que une a este
mundo con el Otro Mundo se
estrechaba con la llegada del Samhain, permitiendo a los espíritus (tanto
benévolos como malévolos) pasar a través. Los ancestros familiares eran
invitados y homenajeados mientras que los espíritus dañinos eran alejados. Se
cree que el uso de trajes y máscaras se debe a la necesidad de ahuyentar a los
espíritus malignos. Su propósito era adoptar la apariencia de un espíritu
maligno para evitar ser dañado.
Otra práctica común era la adivinación, que a menudo implicaba el consumo de
alimentos y bebidas, e incluso en Asturias se
celebraban banquetes en las tumbas de antepasados.
Los inmigrantes irlandeses transmitieron versiones de la tradición a América del Norte durante laGran hambruna irlandesa.
El día se asocia a
menudo con los colores naranja, negro y morado y está fuertemente ligado a
símbolos como la jack-o'-lantern.
Las actividades típicas de Halloween son el famoso truco o trato y las fiestas de disfraces, además de las hogueras, la visita decasas
encantadas, las bromas, la lectura de historias de miedo y el visionado de películas de
terror.
En los países
de Latinoamérica se acostumbra a salir por la noche con los niños más pequeños
disfrazados a pedir dulces y cantando. Los mayores suelen acudir a fiestas
nocturnas después de llevar a los más pequeños a pedir dulces. También para los
niños se hacen fiestas, aunque durante el día.
Luego de hacer
una pequeña visita, nada nuevo de años atrás, disfraces, niños por las calles
pidiendo dulces y uno que otras personas adultas con máscaras y maquillajes
macabras caminaban por las calles oscuras, lo único que llamó la atención fue
que aquella noche abrieron las puertas del cementerio Central de Huarás, los
jóvenes y algunos que bordean mi edad, por la novedad, se acercaron a visitar
el campo santo, caminaba solo por la Avenida Pedro Villón, me acercaba por
donde se encuentra el centro inicial, lugar cuasi falta de alumbrado; desde la
otra cuadra se podía distinguir la presencia de dos mozuelos de unos trece u ocho
años, por la altura pude deducir, me iba acercando más y más, los jovenzuelos
en un mar de carcajada que desbordaba quizá toda la avenida, ya junto a los
niños, a un costado, pegado a la pared, en la vereda dos personas que yacían
sobre el concreto lleno de pavor, ella con su faz lleno de espanto con la boca
abierta que no podía gritar, solo con los ojos desorbitados señalaban con el
dedo índice a los muchachos que se encontraban frente a ellos, su acompañante
desmayado babeaba tumbado en un rincón de la calle.
En esas
circunstancias pude reconocer a ella, si, ella, no sé si me pude reconocer en
esos minutos, porque se encontraba en un estado de shock, pero me acerqué muy
lento hacía a ella, la tomé de la mano sin saber qué hacer en esos momentos
sino sencillamente pude conseguir un poco de agua que luego la hice beber y
hasta que se calmó y a su acompañante lo llevamos al hospital y, ahí lo dejamos
marchándonos nosotros a una peña cercano del nosocomio.
Que noche,
noche que nunca olvidará por nunca jamás, la jugada de los niños y el encuentro
inesperado conmigo; yo, que ni siquiera imaginé encontrarme con ella, porque
cuando terminamos nuestra relación amical, lo terminamos de una manera
terrible, una manera terrible que por meses no nos hablamos hasta que
desaparecí de Huarás; por esos días me encontraba por ahí, sin pensar que
aquella noche oscura nos uniera nuevamente, hasta que ingresamos a su
acompañante al hospital, no nos dijimos ni una palabra, sencillamente atinó a
decirme: hola, cómo estás? Eso fue todo lo que pude escuchar de sus labios
palpitantes que esperaba un beso como la flor el rocío, sus ojos brillaban como
lejanas estrellas en aquél espacio que de momento nos iba perteneciendo,
entonces la invité a ir a la peña que se festejaba el día de la canción
criolla, ella sin más reparo, dijo vamos.
Caminamos
juntos como antes por la larga avenida Luzuriaga, quería decirlo cuan tiempo han
pasado desde el día en que de la mano cruzamos esta avenida hacía su
apartamento, pero ella dijo: calla, calla, no es momento ni el lugar indicado
para hacer recuerdos que ya fueron, y, casi en un silencio sepulcral llegamos a
la peña, ya en el interior la música tomó por asalto nuestros oídos de
inmediato ella me dijo vamos a bailar, en medio de la pista por nuestras mentes
pasaron unos y mil recuerdos cuando fuimos nosotros el ayer cogidos de las
manos bailamos en ésta misma pista, bailamos otras canciones y, ahora en una
distancia no muy lejos, marcábamos los pasos del vals.
Sentados en
unas sillas viejas de madera ante una mesa de años nos cobijara, nos servimos
unas cuantas botellas de cerveza helada de madrugada huaracina,
gélida-abrigadora en una larga madrugada de recuerdos y horror, entonces me
hizo mención sobre el momento espantoso en la que nos encontramos: Yo, nunca
pensé encontrarte así como nos encontramos, yo hasta había pensado que habías
muerto, porque son como cinco años que no veía, pero imaginaste mal, porque
estoy frente a tus ojos que brillan como dos estrellas que se unen en un beso.
Llorando a
orillas
del hombre
el sol
viaja…
El hombre viaja por todas las
estaciones del tiempo como espiral surcando las imágenes perdidas en el espacio,
así me fui caminando los caminos que recorre el mundo, caminos que abrazan las
cumbres, caminos que traspasan los andes, caminos que surcan los bosques,
caminos zarpan el frio, la calor, el hambre, la sed y demás vicisitudes que nos
conduce al fin de nuestras vidas.
He caminado muchas distancias
llevando tu imagen a la espalda pensando algún día encontrarte, pues en el
momento menos indicado nos encontramos y ahora estamos aquí, libando un vaso
lleno de cerveza recordando momentos en que nos unió esos días que nunca jamás
olvidaré a esa chica, aquella mujer que encadenó mi alma por completo, a ella
que envenenó mi alma de amor y cariño, a aquella mujer que robó a mis pies los
domingos, a la que me robó los feriados a mis ojos, a mis manos los colores
robó, a ella, sí, a ella, la Negra de siempre que duerme en mis recuerdos como
los años en los almanaques días tras semanas y meses y años.
Las horas ya se encontraban en pos
del encuentro con la mañana; hablamos de muchas horas y mil días desde que nos
separamos, desde en que terminamos y nos dijimos nunca más en mi vida quiero
verte, así diciéndonos nos alejamos de nuestras vidas, todo quedó atrás ahora,
ahora somos dos personas maduras y profesionales que viéndonos no pasaríamos
como hipócritas, ya no, ya no huiremos más, porque siempre hemos sido un solo
alma, un solo mirar, solo sueño que no quiere romperse, pero, solo queda en el
recuerdo y nada más.
Le propuse salir, demos una vuelta
por la plaza y luego vamos tomar un caldo de cabeza, pero ella como siempre con
una imaginación tentativa replico: no querrás ir a otro sitio, como a un
hotel?, entonces yo sin esperar la rebatí: y porque no!, entonces nos miramos a
ojos por varios minutos sin decir palabra alguna, nuestros labios se juntaron
en un beso tierno al amanecer y nuestros brazos se entrelazaron y nuestras
piernas nos condujeron hacía a un hotel conocido por casi toda la generación
Huaracina.
Cuando estuvimos por ingresar al
sombrío secreto de alma sedientos de amor, de sus labios se desbordaron como
catarata palabras que me llegaron a reventar al oído tranquilo que seguía los
pasos tiernos:
.- Mierda, van ser las seis de la
mañana, mis hijos, mi marido!
.- ¿Cómo, tus hijos, tu marido?
.- Sí, mi marido, es el que anoche
llevamos al hospital y mis hijos están solo en casa, ya van a despertar y al no
encontrarme… me voy, otro día nos encontramos…
Se montó a un taxi toda desesperada
como la noche anterior la encontré, pero esta vez la desesperación era por su
marido e hijos, y, en lontananza desapareció y yo aquella noche me subí al bus
que me condujera a la capital y, ya no sé más de ella, cuando será ese otro
día.